El primer paso es aceptar que existe un problema potencial en crecimiento, sobre todo ahora que las compañías internacionales continúan progresando en el desarrollo del mundo cuántico sin apenas notar las resultados de esa exploración. A fin de cuentas, todo indica que Google nunca tuvo la intención de compartir su proyecto de superioridad cuántica muy prontamente. Pero por más que estas enormes compañías se conviertan en guardianes directos de la data y la tecnología, solo podrán proteger los pocos bytes que integran nuestra tarjeta de crédito y otros datos de nuestras cuentas online.
Así que, la industria debe enfocarse en la creación de la seguridad cuántica con la misma vehemencia, que como lo hace con el avance de la tecnología cuántica en sí misma. Lo cual implicaría redes de seguridad cuántica enfocadas en fuentes de fotones para la producción de números aleatorios genuinos y algoritmos de hash de nueva generación. Otro método que valdría la pena descubrir es separar las criptomonedas de los algoritmos de Proof-to-Work y otros mecanismos en los que se guardan de manera insegura redes Blockchain completas.
Se descubrió el β-Bi2Pd, un superconductor que puede ser trascendental en la computación cuántica. De no tomarse dichas acciones, la labor de Satoshi, Bitcoin, y la Internet descentralizada no habrán tenido ningún sentido. Los obstáculos que hemos podido encontrar en Internet desde hace años (las grandes compañías que ponen el dinero primero que los derechos de las personas, los países que anteponen el poder antes que los derechos civiles y los estafadores que se aprovechan de todo este sistema defectuoso) sólo seguirán en lo que queda de este siglo, pero con un moderno campo de juego cuántico.
Pero si se empieza desde ya con un marco de seguridad en tecnología cuántica, se puede lograr sostener una integridad vital para que continúe Internet, las criptomonedas y las demás tecnologías en conexión trabajando como debe ser.